domingo, 7 de marzo de 2010




Alonso de Ojeda


INTRODUCCIÓN

(Cuenca,España; c.1468-Santo Domingo,República Dominicana;1515) fue navegante, gobernador y conquistador español; recorrió las costas de Guyana, Venezuela, Trinidad y Tobago, Curaçao, Aruba y Colombia. Es famoso por haber dado el nombre Venezuelaa la región que exploró en sus dos primeros viajes y por haber descubierto el lago de Maracaibo.
Alonso de Ojeda (c.1466-c.1515), navegante, descubridor y conquistador español. Nacido en Cuenca entre 1466 y 1470, estuvo al servicio del duque de Medinaceli y fue protegido del obispo Juan Rodríguez de Fonseca, por cuya mediación logró embarcarse a finales de 1493 con Cristóbal Colón en su segundo viaje.

SUS COMIENZOS
Perteneció a una familia hidalga de pocos recursos nació en Cuenca, era oriundo de Hojeda, cerca de Oña, en la merindad de Bureba. En su juventud estuvo al servicio como paje del duque de Medinaceli, don Luis de la Cerda. Alonso de Ojeda era pariente cercano de un alto miembro del Tribunal de la Inquisición, de su mismo nombre, quien le presentó al famoso obispo de Burgos, que fué despues Patriarca de las Indias, don Juan Rodríguez de Fonseca
Participó en la toma de Granada, donde dejó constancia de sus dotes militares, de su destreza como espadachín y de su audacia.
El joven Ojeda se ganó en breve la buena voluntad del Obispo, quien ofreció dispensarle su protección en primera oportunidad. Alonso tenia veintiocho años en 1494, era pequeño de estatura, ágil hasta causar sorpresa, y en todos los ejercicios de las armas, maestro consumado; tenía el genio pronto y la vista perspicaz ; era valiente hasta la temeridad, vengativo hasta la crueldad, tierno de corazón con los débiles, y cortés con las damas ; pendenciero y duelista, pero hondamente creyente y por extremo observante de sus deberes religiosos.
El Obispo supo distinguir en aquel joven una alma bien templada y un corazón generoso, pero también notó que su carácter tenía un fondo de ambición que podía servirle en los planes que por entonces maduraba para perder á Colon

Llegada a La Española

En septiembre de 1493, gracias a Rodríguez de Fonseca, se embarcó conCristobal Colón, en su segundo viaje a América, con el objetivo (marcado por el obispo) de vigilar la conducta de Colón) llegando a la isla de La Española.
Apenas negó Ojeda al Nuevo Mundo, cuando empezó á hacerse notable entre todos.
En la isla de Guadalupe, Colón le confió la búsqueda del veedor Diego Márquez que con otros compañeros se habían internado en la isla y no regresaban a la flota. Allí Colon le nombrea capitán.
Enseñado á combatir en las guerrillas contra los moriscos de Granada, no había quien le igualara en aquel género de combate, y en breve su audacia le puso á la cabeza de todas las expediciones ‘contra los desgraciados indígenas del interior de la isla. Hubo vez que lograra derrotar á diez mil indígenas Con cincuenta hombres á sus órdenes ; no había nada que le arredrara ni empresa que no acometiera.
En enero de 1494, Colón le encargó que buscara algunos tripulantes extraviados en el territorio de la isla. Pudo adentrarse con sólo quince hombres en la región del Cibao, donde dominaba el aguerrido cacique llamado Caonabó. Era Cibao, zona rica en minas de oro y Ojeda regresó a La Isabela para informar al Almirante, aquejado allí de unas fiebres.
Colón partió para aquellas tierras en marzo de 1494 e hizo fundar el fuerte de Santo Tomás, del que nombró por alcaide a Ojeda.
Caonabó y sus guerreros atacaron el fuerte en cuanto tuvieron oportunidad.
Posteriormente participó Alonso de Ojeda en la Batalla de la Vega Real o Batalla de Jáquimo, en la que, bajo su mando, los españoles vencieron a los indígenas. Esta batalla habría enfrentado a un número de indígenas cifrado en diez mil por Fray Bartolomé de las Casas frente a Ojeda, a lomos de su caballo Malabestia, con 20 jinetes y tan solo alrededor de cuatrocientos soldados, causaron una gran perdida a los indigenas, si bien es muy posible que estas cifras hayan sido exageradas. Canobao fue herido en dicha batalla.
Ojeda, en un alarde de temeridad, ante la inminente rebolución indígena preparada por Canoabó y su mujer Anacaona, que pretendían unir a todas las tribus de la isla, logró presentarse en el lugar de Caonabo, ganar su confianza y apresarlo. La leyenda dice que logró apresar personalmente a Caonabó usando unos grilletes de oro y engañando al cacique haciéndole creer que eran prendas reales. Ojeda consiguió capturar al importante cacique sin derramar una gota de sangre.
Caonabó o Caonabo (fallecido en 1496), cacique de la isla de La Española, señor del territorio de Maguana, uno de los cinco cacicazgos en los que, según los cronistas, se dividía dicha isla. Casado con Anacaona, hermana de Behechio, cacique de Xaraguá, era, posiblemente, de origen caribe. Encabezó la lucha contra los españoles desde la llegada de Cristóbal Colón a la isla. Destruyó el fuerte de Navidad, erigido en el cacicazgo de Marién, bajo protección de Guacanagarí, y atacó en 1494 la fortaleza de Santo Tomás, en el Cibao.Su captura, lograda mediante un ardid por Alonso de Ojeda en 1495, motivó la sublevación de los indígenas, al mando de Guarionex. Fue enviado cautivo en una flota hacia España en 1496. Sin embargo, Caonabó no pisó tierra española, ya que murió en la travesía. No se sabe si asesinado durante dicha travesía o de enfermedad, pero hay quien duda de ésta última, ya que se trataba de un hombre fuerte que podría soportar el viaje.
La recompensa de los Reyes Católicos a Ojeda será la concesión de seis leguas de terreno en Maguana
Ojeda , en 1496, regresó a España.

NUEVOS VIAJES A AMÉRICA
De regreso a España, gracias a su estrecha relación con el obispo Fonseca, el permiso para realizar una expedición a la recién descubierta Paria, rompiendo de esta manera el monopolio que Colón tenía para organizar viajes al Nuevo Mundo, según las Capitulaciones de Santa Fe. sin permiso de Colón zarpó en una expedición el (22) 18 de mayo de 1499, en asociación con el piloto y cartógrafo Juan de la Cosa y el navegante italiano Américo Vespucio. para guiarse por ellos, los diarios y mapas que había levantado Colón en su tercer viaje, cuando descubrió el continente americano. El obispo Fonseca había cometido la felonía de entregar á su protegido los datos suficientes para que continuara el descubrimiento de Colón, contra la voluntad del Almirante. Sín duda la fama de las riquezas encontradas en Paria le habia téntado, y facilitó los medios suficientes á Ojeda para que le diese parte en las ganancias de la empresa: La codicia; el amor desordenado al oro descubierto en el Nuevo Mundo, era la pasión dominante de los descubridores de aquellos tiempos en todas las jerarquías sociales y en todas las edades de los hombres. Era una manía, una locura incurable; todo lo arrostraban para lograrlo; nada les detenía ni tenía nadie freno moral en su marcha, vertiginosa en persecución de oro, y oro y más oro, á cualquier precio ; era una enfermedad, un contagio general al cual pocos escapaban
Cabe destacar que este fue el primero en inaugurar una serie de “viajes menores” o “viajes andaluces” que se realizarían hacia el Nuevo Mundo.
Las tres carabelas que componían la flotilla de Ojeda estaban tripuladas por marineros experimentados que habían acompañado á Colón en sus viajes anteriores. Atravesaron el Océano con vientos favorables en veinticuatro días;Recorriendo el litoral occidental de África hasta Cabo Verde, tomó el mismo rumbo que realizó Colón un año antes en el tercer viaje, pero en dirección suroeste
. Sin embargo, Vespucio decidió separarse de la flota y seguir su propio rumbo más al sur, hacia Brasil. La flota de De Ojeda llegó a las bocas de los ríos Esequibo y Orinoco, así como al golfo de Paria, tratando amigablemente con los naturales en todos aquellos parajes. incluyendo las penínsulas de Paria y Araya, y a las islas de Trinidad y Margarita; y en seguida continuaron su derrota, visitando puertos y ensenadas y rescatando perlas y mantas en cambio de baratijas europeas que daban á los aborígenes hasta llegar á la isla de Curazao, que llamaron de los Gigantes, por haber visto en ella algunos indígenas de alta estatura.lgunas leguas más adelante surgieron á un golfo espacioso, pero de aspecto triste y desapacible, en cuyo seno notaron con sorpresa un Caserío construido sobre una estacada en medio del agua. Admirados con un espectáculo nunca visto por los descubridores del Nuevo Mundo, Ojeda ó alguno de sus compañeros ita1ianos lo comparó á Venecia, y llamaron el sitio Venezuela, o Pequeña Venecia, pues habían poblaciones en el fondo del golfo cuyas casas estaban construidas con troncos sobre el agua que se asemejaban a la ciudad de Venecia; aunque otra fuente indica que los propios indígenas ya llamaban al poblado Veniçuela, nombre que conservó todo aquel litoral, que se convirtió después en una importante colonia española y siglos más tarde en floreciente República.
Así mismo, logró ver la entrada del lago de Maracaibo, a la cual llamó San Bartolomé por haberla descubierto el día 24 de agosto de 1499, día de San Bartolomé, apóstol.
Aqui en Maracaibo, Ojeda tomó por esposa a la india -guaricha, a quien llamó Isabel,madre de sus tres, hijos. Poco tiempo después de la muerte del navegante, Isabel fue hallada muerta sobre la tumba de éste en Santo Domingo.
Sin penetrar dentro de la barra que divide el lago del mar, Ojeda llegó á la península que llamamos de la Goagira y en donde empieza el litoral de la nación colombiana. Los indígenas llamaban todo aquello Coquibacoa, ‘desde el lago hasta la península. Ojeda no continuó muy adelante su rumbo, sino que, después de descubrir un cabo alto, ” rodeado de tierra estéril y con un islote en su parte Oeste,” que le pareció á lo lejos blanquear como la vela de un navío, -al cual puso el nombre de Cabo de la Vela,- resolvió abandonar por entonces su viaje de descubrimiento y buscar un puerto en donde poder carenar sus naves deterioradas por la broma.
Pocos días después, la expedición partió del cabo de la Vela a La Española con algunas perlas obtenidas en Paria, algo de oro y varios esclavos.
La escasez de bienes y esclavos transportados resultó en un rendimiento económico escaso, pero la importancia de este viaje radica en que fue el primer recorrido detallado y total hecho por los españoles de las costas de Venezuela, debido al cual De Ojeda goza del crédito de haber reconocido por vez primera toda la costa venezolana. La expedición dio también a Juan de la Cosa la oportunidad de trazar el primer mapa conocido de la actual Venezuela, además de ser el primer viaje que hizo Vespucio al Nuevo Mundo.
Sin embargo, cuando llegó la expedición a La Española el 5 de septiembre, fue mal recibida por seguidores de Colón quienes estaban enojados porque De Ojeda no tenía derecho de explorar tierras descubiertas por Colón sin su autorización. Esto produjo reyertas y peleas entre ambos grupos, dejando algunos muertos y heridos; así tuvo que regresar a Cádiz con pocas riquezas, pero con muchos indígenas. La fecha de regreso es discutida: tradicionalmente se afirmaba que volvieron en junio de 1500 pero el historiador Demetrio Ramos ha señalado una fecha mucho más temprana, hacia noviembre de 1499.[

Segundo viaje a Venezuela

De Ojeda decidió hacer una nueva exploración y capituló nuevamente con los reyes de España el 8 de junio de 1501. Se le nombró gobernador de Coquibacoa por los resultados obtenidos en el primer viaje, y se le otorgó el derecho de fundar una colonia en ese territorio, aunque se le dio el aviso de que no visitara Paria. En esta ocasión se asoció con los mercaderes sevillanos Juan de Vergara y García de Campos, los cuales pudieron fletar cuatro carabelas.
En enero de 1502, zarpó de España e hizo el mismo recorrido que en su primer viaje., en esta ocasión pasó de largo el golfo de Paria y llegó a isla Margarita (donde según algunas fuentes, intentó obtener oro y perlas de los indígenas por varios métodos). Luego recorrió las costas venezolanas desde Curiana hasta la península de Paraguaná e intentó fundar el 3 de mayo de 1502 una colonia en la península de Guajira, exactamente en Bahía Honda, a la que llamó Santa Cruz y que se convirtió en el primer poblado español en territorio colombiano y, por ende, el primero en tierra firme.
entre el momento en que sus socios Juan de Vergara y García de Ocampo, después de abandonar Santa Cruz, le llevan a La Española —donde le acusan de haber violado los términos de la capitulación—, y le entregan a la Justicia, el Alcalde Mayorlicenciado Alfonso Maldonado, ante el cual el propio Ojeda presentaría demanda contra sus cautivadores, por rebelión> y aquella otra circunstancia de su absolución ya en España> cuando se le da por libre en la sentencia del 8 de noviembre en Segovia de 1503, de la que se le expidió ejecutoria en febrero de 1604
Por los requerimientos presentados, conocemos que en la carabela la «Gorda», de la que era maestre Alfonso Martín —la misma nave que quiso tomar Ojeda para su primer viaje y que se le escapó en el Puerto de Santa María (8)—, habían sido embarcados Juan de Vergara y García Docampo (9), que se identifican sin género de duda> al decir de ellos «que vinieron a descobrir con Alonso de Hojeda’>, dándosele orden al maestre de onducirlos «presos e a buen recabdo » al puerto de Cádiz, donde requeriría del corregidor o de su lugarteniente que pasara a la carabela para hacerse cargo de los presos> tomando fe de escribano de haber hecho la entrega, testimonio que habríade remitir con el primer navío que regresara a Santo Domingo. De tal entrega respondía el maestre con todos sus bienes, según consta en el mandamiento. Por su parte, el corregidor enviaría a los presos «sin dilación alguna» con alguacil y a costa de los mismos, a donde estuviera la Corte, para hacer entrega de ellos «a los señores del su muy alto Consejo, o a los alcaldes de la su Casa e Corte», tomando también fe y testimonio de ello.Del mismo modo que los acusadores de Ojeda —los que le tomaron preso en Santa Cruz— venían en calidad de tales en la «Gorda» evidentemente, como resultadode las contraacusaciones del gobernador de Coquibacoa—, éste había sido también embarcado en otra de aquellas seis carabelas, que aparece nombrada la «Bolanda’>, de la que era maestre Domingo Quintero, y que aportó al mismo tiempo. De acuerdo conlo que tenía ordenado> éste presentaba también otro requerimiento al corregidor, extendido en iguales términos (que es el que transcribimos) en el que Maldonadoordenaba el traslado a Cádiz de Alonso de Ojeda «que vino de descobrir», también en calidad de «preso e a buen recabdo», para ser enviado a la Corte con las mismas formalidades y precauciones.Mas hay algo que no parece del todo claro: el número de días que media entre la llegada de las carabelas y la comunicación del corregidor de Cádiz a la Corona, en la que en términos poco concretos dice que «fago saber que ay seys navyos que vinieron de lasVndias puede ayer seys dias a la baya de esta gibdad»> para manifestar seguidamente que «me fueron presentados por Alonso Martin de la Gorda, maestre de unacaravela dellas, e por Domingo Quintero> maestre de otra caravela, dos mandamientos. - . ». Porque el haber dejado transcurrir seis días desde la arribada, parece demasiado plazo> máxime cuando tampoco se menciona cuando fue hecho el requerimiento por los maestres y cuando el corregidor se hizo cargo de los presos.Debemos creer, por lo tanto, que medió algún impedimento que hizo perder todos esos días> quizá por enfermedad de alguno de los presos —creemos que éste pudo ser Juan de Vergara—, que retrasó la organización de la partida para la Corte.
En consecuencia> el corregidor Velázquez decía en su escrito de ese día 19 de junio> que despachaba a la Corte a los tres presos, en virtud de los mandamientos extendidos en Santo Domingo, confiándoles a Ramiro de Andino, del que sólo se dice que era vecinode Cádiz> que les conduciría «con dos onbres de pro que en su compañia ban». Así> pues> si durante la travesía del Océano había viajado Ojeda separado —en otra nave— de sus enemigos> ahora> de Cádiz a Segovia —donde se sentenciaría el pleito— debieron ir juntos los tres con sus tres conductores, quizá para mayor reflexión de lo que la vida imponía: al fin hermanados en pareja condición. Y por lo que se ve, pasaron cinco meses hasta que se dictó la resolución final, dada el 8 de noviembre de 1503, término que Juan de Vergara no alcanzó> puesto que en la sentencia, al referirse a él, se le considera «ya difunto». Es este detalle el que nos hizo suponer> aunque nada se diga en el escrito de Velázquez, que llegó a Cádiz ya enfermo.Concluía, en fin, con esta última fase judicial —la del envío ante los Reyes del acusado con la apelada causa— esa interesante intentona de formalizar la primera gobernación de la Tierra Firme, justo sobre el ámbito de la Venezuela inicial, la que aparece así rotulada en el mapa de Juan de la Cosa, sobre las aguas del golfo. Se había fructrado el intento —como la fundación— no porque al habérsele prohibido a Ojeda rescatar perlas en las islas y costa llamada de las Perlas «se le denegaban alicientes económicos seguros»> como lo consideró Otte (10), sino por la dificultad de hacer compatibles los objetivos de los distintos componentes de la asociación de armada, tal y como se ve> claramente> en la sentencia> al resumir los distintos puntos de vista alegados y como ya lo pusimos de manifiesto en aquel trabajo nuestro con el que volvemos a enlazar ahora.Lo que cabe deducir de los detalles aportados, entre otras cosas, ciertamente, la rapidez con que se resolvió en la Corte la apelación de Ojeda, pues si salieron de Cádiz por la enfermedad de Vergara y su muerte retrasada alguno de los trámites, el plazo vino aquedar reducido a dos meses. También es cierto que tuvieron la suerte de que la Corte> con el Consejo, no se movió de Segovia desde finales de mayo, según lo leemos en carta de Pedro Mártir de Angleria fechada en esta ciudad a 3 de junio de 1503, en la que dice al Arzobispo de Granada y al Conde de Tendilla que «la reina ha trasladado la Corte a Segovia, según creo sabéis por los vuestros»
Esta rápida tramitación, así como la sentencia absolutoria en favor de Alonso de Ojeda, son indicios clarísimos de la política de Fonseca. Y decimos de Fonseca, porque en estas fechas el rey estaba lejos, en Perpiñán, a consecuencia de la guerra con Francia, mientras que Don Juan de Fonseca es quien está en la Corte junto a la Reina. Tal política tendía a evitar el desprestigio de las empresas descubridoras, puesto que bien puede suponerse la impresión que hubo de producir la desgracia de Alonso de Ojeda, sometido a prisióny procesado con tan graves cargos en Santo Domingo, máxime cuando con ocasión de su viaje anterior, también se vio en situación difícil ante las acusaciones que contra él promovió Cristóbal Colón, que trató de eliminar con los cargos más disparatados aquien se había atrevido a romper con su exclusiva descubridora.
Naturalmente> para Alonso Maldonado, el Alcalde Mayor que actuaba al lado del Gobernador Ovando> las acusaciones formuladas por Vergara y Ocampo contra Ojeda de haber vulnerado los términos de la capitulación de 1601, dejando sin observar las limitaciones que en ellas se le señalaban, era un banco de prueba que no podía desaprovechar para imponer un castigo ejemplar al contraventor. Esta fue la clave dela condena que dictó en Santo Domingo. Pero debemos tener en cuenta que a Ovando se le envió a La Española para imponer un régimen de autoridad que terminara con la anarquía en la que había caído la isla, divididos los pocos pobladores eme quedaban enbandos, de tal forma que el comendador Bobadilla
hubo de permitirles todo lo que quisieron.Y hasta tal extremo se tenía en España sensación de eme los trescientosy pico españoles que quedaban en la isla campaban por sus respetos> que pareció temerse que a su arbitrio se lanzarían a merodear por las islas y a descubrir por su cuenta y riesgo. Fue esta la razón de que a primeros de septiembre de 1501 se diera aquella realprovisión que prohibía con grandes penas tomar cualquier iniciativa descubridora sin contar antes con la licencia real (12). Por esto, Maldonado, ante la contravenciónque se le denunciaba, trató de sentar la mano. Mas Fonseca hubo de comprender bien claramente que el caso de Ojeda, que resultó ya envuelto en el primer viaje y otra vez en el segundo, tenía que zanjarse de forma que sirviera, no como lección punitiva, sino como prueba de la protección real y como garantía del beneplácito con que se veían sus esfuerzos descubridores. Y este el caso.
transcripción del mandamiento de Alcalde Mayor de las Indias que se presentó en Cadiz«Yo el liqen9iado Alfonso Maldonado Alcalde Mayor destas yslas e tierra finne por el noble cavallero rey Nicolas de Ovand comendador de Lares y gobernador de las dichas yslas e tierra firme por el Rey e la Reyna nuestros señores mando a vos DomingoQuintero, maestre de la caravela nombrada la Bolanda que lleveys en vuestro návyo a Castilla este viaje a Alfonso de Hojeda, que vino de descobrir, preso e a buen recabdo e llegareys con el a la buena ventura al puerto de la gibdad de Cadiz e antes quel salga entierra requerireys al corregidor de la dicha cibdad, o a su lugartenyente que entren en vuestro navio y tomen al dicho Alfonso de Hojeda asy preso e a buen recabdo, e lo tomeys por fe de escribano publico como se lo entregays, e la trayays o enbieys a esta ysla con el primer viaje al dicho governador, lo qual vos mando que asi fagades e cumplades so pena de perdimiento de todos vuestros bienes para la camara e fiscode sus Altegas. A qual dicho corregidor o su lugartenyente de parte del Rey e de la Reyna nuestros señores requiero e de la mia ruego que reciban ansy el dicho preso, e ansy preso e a buen recabdo luego syn dila~ion alguna lo enbien con su alguazil a costadel dicho preso a la Corte del Rey e de la Reyna nuestros señores y le den y entreguen a los señores del su muy alto Consejo, o a los alcaldes de su casa e corte e tome fe e testimonio dello por que ansy cunple a servi~io de sus altesas. Fecho en la villa de SantoDomyngo del Puerto ques en la ysla Española a ocho dias del mes de mayo de mill e quinientos e tres años ligenciado Alfonso Maldonado Diego Gutierres escribano.»«Y vistos los dichos mandamientos por ser servicio de Vuestras Altezas recibí en los dichos navios presos a los dichos Alfonso de Hojeda e Johan de Vergara e Gongalo do Campo, los quales enbio a Vuestra Alteza presos con Ramiro de Andino vesyno destaqibdad e con dos onbres de pro que en su compañia van para que vuestra alteza los mande regibir y los mande dar testimonio de como los entregan a la personaque Vuestra alteza mandare. Nuestro señor las vidas e muy real estado de vuestra alteza acreqiente como por Vuestra altesa es deseado. Desta qibdad de Cadis a XIX junio de DIII años.»De Vuestras altegas servidor que sus reales manos besa Cristoval Velasques de la Torre— 220

Sin embargo, dicha colonia no prosperó luego de tres meses de fundada, debido a que De Ojeda y sus hombres comenzaron a atacar las poblaciones indígenas de los alrededores, causando una constante guerra con éstos que se sumó a los problemas personales del mismo De Ojeda con sus hombres. Así, fue en aquel momento cuando sus socios De Vergara y De Campos hicieron apresar a De Ojeda para hacerse con el poco botín recaudado y abandonaron el poblado junto con los colonos, encarcelándolo en La Española en mayo de 1502. De Ojeda estuvo preso hasta 1504, cuando fue liberado por el obispo Rodríguez de Fonseca, mediante una apelación; sin embargo tuvo que pagar una indemnización costosa que lo dejó bastante pobre.
El resultado de este segundo viaje fue un fracaso ya que no se habían descubierto tierras nuevas y no se obtuvo un gran botín de parte de los exploradores, amasado en su mayoría por Vergara y Campos, sumado a que la colonia de Santa Cruz quedó abandonada y la gobernación de Coquibacoa fue abolida.

Viaje a Nueva Andalucía

Una vez conseguida la libertad, permaneció en La Española durante cuatro años sin mucho que hacer, hasta que en 1508 se enteró de que el Rey Fernando el Católico había llamado a concurso la gobernación y colonización de Tierra Firme, y que abarcaba las tierras entre el cabo Gracias a Dios (entre Honduras y Nicaragua) y el cabo de la Vela (en Colombia). Juan de la Cosa fue a España y se presentó en representación de De Ojeda, aunque también en dicho evento apareció Diego de Nicuesa, que rivalizaba con De Ojeda por las tierras a colonizar. Como ambos candidatos poseían buena reputación y tenían simpatías en la Corte, la Corona prefirió dividir la región en dos gobernaciones: Veragua al oeste y Nueva Andalucía al este, con límites en el Golfo de Urabá; así Ojeda recibía la gobernación de Nueva Andalucía y Nicuesa recibía Veragua. Esta capitulación fue firmada el 6 de junio de 1508.
A Santo Domingo partieron los nuevos gobernadores para formar las flotas expedicionarias. Sin embargo, existía una disparidad entre la flota de ambos, destacando que De Nicuesa poseía grandes riquezas y más crédito de parte de las autoridades coloniales, y que pudo atraer a más de 800 hombres, muchos caballos, cinco carabelas y dos bergantines; en cambio, De Ojeda sólo reunió algo más de 300 hombres, dos bergantines y dos barcos pequeños. Debido a las disputas acerca de qué lugar exacto en el golfo de Urabá sería el límite de ambas gobernaciones, el asistente de De Ojeda, Juan de la Cosa, señaló que el límite exacto sería el río Atrato, que desembocaba en dicho golfo.
El 10 de noviembre de 1509 logró partir de Santo Domingo, unos días antes que De Nicuesa, poco después de nombrar Alcalde Mayor al bachiller Martín Fernández de Enciso, un acaudalado abogado que tenía órdenes de fletar una embarcación con más provisiones para ayudar a De Ojeda cuando fundara una colonia en Nueva Andalucía. El nuevo gobernante, procurando evitarse problemas con los indígenas de su región, pidió que se redactara una extensa y curiosa proclamación en la que invitaba a los indígenas a someterse al Imperio español, que de lo contrario iban a ser sometidos a la fuerza; dicha proclamación fue hecha por el escritor Juan López de Palacios Rubios y contó con la aprobación de las autoridades españolas.
De Ojeda llegó a la bahía de Calamar, en la actual Cartagena (Colombia), ignorando las órdenes de su subalterno De la Cosa de no establecerse en la zona. Después de desembarcar se encontró con varios indígenas y envió a unos misioneros a que recitaran la extensa proclamación en voz alta junto con intérpretes que hablaban la lengua indígena. Sin embargo, los indígenas estaban bastante molestos por dicha proclamación, así que De Ojeda mostró baratijas a los indígenas, y esto provocó que se enojaran y comenzaran a luchar contra los españoles. Combatió y venció a los indígenas de la costa; aprovechando esta ventaja decidió perseguir a algunos indígenas que se habían adentrado en la selva y llegó a la aldea de Turbaco: ahí sufrió la ira de los indígenas que tomaron desprevenidos a los españoles. En esta contraofensiva murió Juan de la Cosa, que sacrificó su vida para que De Ojeda escapara, y murieron también casi todos los que le acompañaban. De Ojeda tuvo que huir para salvarse con un solo hombre apenas y llegar ileso a la orilla del mar, en donde pudo ser rescatado por la flotilla estacionada en la bahía.
Poco después llegó la flota de De Nicuesa, quien, preocupado por la pérdida que había tenido De Ojeda, le cedió armas y hombres, y luego lo acompañó, olvidándose de las diferencias entre ambos gobernadores, para vengarse contra los indígenas de Turbaco, los cuales fueron masacrados en su totalidad. De vuelta en la bahía de Calamar Gobernador de Nueva Andalucía y Urabá
De Nicuesa se separó de De Ojeda en dirección mar adentro hacia el oeste rumbo a Veragua, mientras que De Ojeda seguía recorriendo las costas de Nueva Andalucía hacia el suroeste. En 1508 es nombrado Gobernador de Nueva Andalucía, que incluía la región de Urabá. Parte de la Hispaniola el año siguiente y llegó al Golfo de Urabá, donde fundó el asentamiento, en realidad un fuerte, de San Sebastián de Urabá el 20 de enero de 1510.
Sin embargo, la expedición fue problemática: No habían pasado muchos días cuando dentro del fuerte crecía la escasez de alimentos, y se intensificaba el clima insalubre que afectaba a los colonos, además de la amenaza persistente de los indios urabaes, quienes atacaban a los españoles con flechas envenenadas, de las cuales el mismo gobernador quedó herido en una pierna.
Había pasado ocho meses y medio desde que partió de Santo Domingo y haber fundado San Sebastían, y la prometida ayuda del bachiller Fernández de Enciso aún no llegaba. Entonces encargó a Francisco Pizarro, un joven soldado en ese entonces, que protegiera el sitio y se mantuviera con los habitantes durante cincuenta días hasta que De Ojeda regresara, pidiéndoles que de lo contrario volvieran a Santo Domingo. Pero de Ojeda jamás regresó a San Sebastián y, pasados los cincuenta días, Pizarro decidió regresar en los dos bergantines junto con 70 colonos, pero poco después Fernández de Enciso, junto con Vasco Núñez de Balboa, socorrieron a los pocos sobrevivientes del lugar; posteriormente, el fuerte fue incendiado por los indígenas de la región. Juan de la Cosa murió en un enfrentamiento con los indios.
Después de este fracaso, Alonso de Ojeda regresa a Santo Domingo en el bergantín de un bandido pirata español llamado Bernardino de Talavera, que había huido de La Española y pasaba por el lugar.

Naufragio en Cuba

Tratando de buscar ayuda, De Ojeda iba rumbo a Santo Domingo en el bergantín de Talavera con 70 hombres que lo acompañaban. Sin embargo, el pirata apresó a De Ojeda y no lo quiso liberar, pero un fuerte huracán azotó la embarcación y Talavera buscó ayuda en De Ojeda, que era también marinero. No obstante, la tormenta arrastró la nave y ésta naufragó en Jagua, Sancti Spíritus, al sur de Cuba. Así, De Ojeda decidió ir con Talavera y sus hombres a recorrer la costa sur de la isla a pie, hasta punta Maisí, desde donde luego se trasladaría hasta La Española.
Sin embargo, tuvieron diversas dificultades en el camino y la mitad de los hombres murieron de hambre, las enfermedades y las penurias que tuvieron que vivir en la isla. De Ojeda cargaba apenas una imagen de la Virgen María que llevaba consigo desde la primera vez que se embarcó a América en 1493 e hizo una promesa a ésta de que le dedicaría un templo que haría levantar en el primer poblado indígena que encontrara en su camino y que los recibiera con buenas intenciones.
Poco después, con una docena de hombres y el pirata Talavera, llegaron a la comarca de Cueybá, donde el cacique Cacicaná trató amablemente y cuidó a De Ojeda y a los demás hombres, que a los pocos días se habían recuperado. De Ojeda cumplió su promesa y levantó una pequeña ermita de la Virgen en el poblado, ermita que sería venerada por los aborígenes de la comarca. De ahí fue socorrido por Pánfilo de Narváez y fue a Jamaica, isla en la que Talavera fue apresado por piratería. Después llegó a La Española, donde muy exhausto se enteró que la ayuda de Fernández de Enciso había llegado a San Sebastián.

Ocaso y muerte

Tras el fracaso del viaje a Nueva Andalucía, De Ojeda no volvió a dirigir ninguna otra expedición y renunció a su cargo de gobernador. Pasó los últimos cinco años de su vida en Santo Domingo donde vivió triste y deprimido. Luego se retiró al Monasterio de San Francisco, en donde murió poco después en 1515. Su última voluntad fue que lo sepultaran bajo la puerta mayor del monasterio, para que su tumba fuese pisada por todos los que llegaban a entrar a la iglesia, como pena por los errores que cometió en su vida.
La tumba de De Ojeda desapareció del monasterio sin dejar rastro, debido a la guerra civil que sufrió la ciudad de Santo Domingo en 1965.

El escritor español Vicente Blasco Ibáñez en su novela El caballero de la Virgen (1929), relata la vida del conquistador.
El escritor español, canario, Alberto Vázquez-Figueroa en su novela ‘Centauros’ (2007), relata la vida del conquistador.